En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido. No tengo miedo a no saber hacia dónde voy y que lo único que verdaderamente me impulsa es esta curiosidad de gato que siempre me acompaña y que no siempre consigo darle lo que espera de mi para saciarla. En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido y remoto y se adentra en un espacio fuera de la órbita conocida. Las sensaciones se suceden al igual que la transparencia de las ideas que ahora recorren mi mente dándole un matiz ignorado hasta este momento. Absorto me voy acercando más y más a un lugar que cada vez esta más y más lejos y en esta incoherente proporción descubro cómo nuevas ideas inundan mi mente y que éstas se transforman en delgados hilos plateados que vibran al son de una melodía que ya me enseñaba antes de nacer. Estoy y no estoy, mi mente vuela y no vuela en este espacio que se distorsiona a cada vibración, a cada compás que siento y que me permite suspenderme cómo la nota que no deja de sonar en mi cabeza una y otra vez. Esta sensación de irrealidad me hace bien, hace que me sienta en conjunción con una nada que no aparece ante los ojos, que no se enseña en los libros ni se aprende en la calle y ésta es tan atrayente que siento cómo me adentra en este estado de total sumisión, que me acerca a su manifestación a través de lo que experimento, en definitiva, que me descubre a mi mismo ante mí.
En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido y extrañamente viaja con la certeza que todo lo que la envuelve es conocido y que el resultado final de todo esto será su propio descubrimiento.
En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido y ya nada se puede hacer para salvarla.
En estos momentos mi mente vuela hacía un lugar desconocido para conocerse.
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