En Comore Planck



Toc, toc, ¿se puede? Adelante, adelante señorita Y*, me sorprendió mucho su llamada, la estaba esperando, pase y tome asiento por favor, gracias, sigue siendo usted muy amable. La consulta era amplia aunque no grande y poseía unas vistas magníficas de la ciudad de K**. La consulta estaba situada en la planta cincuenta y tres del edificio Comore Planck, el más alto de la ciudad que llegaba albergar hasta un centenar de plantas. El edificio era un auténtico monstruo arquitectónico erigido en nombre de la próspera región. Comore Planck era muchas cosas a la vez pero beneficios a la región no aportaba tantos como en un principio se creyó, como siempre unos pocos controlaban la riqueza de unos muchos y el eterno problema de menos es más y más es menos se volvía a reproducir. Hoy en día aún seguimos sin resolver esta ecuación. Siéntese por favor y explíqueme señorita Y*, ¿a qué debo su visita después de tanto tiempo? Necesitaba verle, necesitaba estar segura que usted era real y no fruto de mi imaginación, señorita Y*, perdóneme pero no acabo de entenderla, ¿qué quiere decir con parte de su imaginación? Simplemente eso, como usted ya sabe mi imaginación a veces me juega malas pasadas, a veces siento que no soy capaz de discernir entre lo que es real y lo que no lo es, perdóneme que la interrumpa pero, ¿pensaba que este problema ya lo habíamos solucionado en el pasado? Por eso he venido de nuevo a usted, para estar segura que era real, que mi pasado bajo sus manos no habían sido imaginaciones mías y que todo lo que acordé acordarme de ese pasado aún persistía en usted, señorita Y*, no quisiera resultar descortés pero no acabo de entenderla, ¿dice usted que necesita saber que soy real para darse cuenta que su vida es real? Así es, en estos momentos es la mejor manera de decirlo, señorita Y* si no recuerdo mal la primera vez que nos vimos usted no padecía dolencia alguna, recuerdo que estuvimos charlando sobre las magníficas vistas de la ciudad y de otros asuntos triviales pero de nada, absolutamente de nada que refiriese a ningún desorden en concreto por su parte, ¿está seguro de ello? Estoy seguro señorita Y*, puedo asegurarle que usted no padecía ningún desorden, usted vino simplemente a conocerme, a saber de mí y cual fue mi sorpresa al descubrir en usted a un reflejo de mis propias vibraciones, ante mis ojos usted era la perfecta reverberación, era la nota disonante que hacía armónico mi caos, ¿y qué pasó luego? ¿De verdad me pregunta usted, señorita Y*, qué pasó luego? Se lo pregunto porque quiero saber, quiero averiguar cuánto hay de real en usted, cuánta verdad escondían nuestras magníficas vistas sobre la ciudad, cuánta razón había en nuestros triviales asuntos, eso quiero saber, necesito saber qué pasó luego, ¿puede usted entenderme desde esta planta cincuenta y tres del edificio Comore Planck? Yo sí puedo señorita Y*, ¿acaso no he sido sincero en todo lo que me ha escuchado decir?¿acaso antaño no descubrí mis debilidades para que usted y solo usted las poseyera?¿qué cree usted que eran esas heridas? Yo se lo diré, eran lamentos de un pasado señorita Y*, solitarios lamentos de un corazón que se resquebrajaba a cada sollozo, ¿pero ahora usted está mejor, no? Mucho mejor señorita Y*, siento que con su llamada muchas de las cosas que había olvidado han vuelto a manifestarse, muchos de los detalles que había obviado se han materializado, ha sido un desencadenante tras otro, ha sido lo más parecido a la auténtica locura de vivir, me alegra escuchar esto pero dígame, ¿qué pasó luego?¿qué pasó luego de esa reverberación? Después de eso llegó nuestro descubrimiento y más tarde vino la confirmación, juntos arriamos en la costa de la conclusión y progresivamente nos fuimos despertando, dolía, nuestro despertar siempre dolía, ¿entonces nuestro pasado no fue real? Fue lo más real que he conocido nunca, fue como la vida misma con sus eternos altibajos, con sus abruptas pendientes y soleados desfiladeros, fue tan real que por un momento pensé que realmente vivía, ¿y ahora usted no se siente así? Señorita Y* ahora trabajo en una planta cincuenta y tres, ¿usted qué cree?
 
 

4 comentarios:

  1. David: me he liado al final.
    Con tanta planta de ese macroedificio, ya no se si la que trabaja allí es la señorita (Y) o es el señor que la atiende
    O quizás, es ella misma la que se llama a la puerta y hace de visitante y visitador
    Ah¡ que laberinto
    Qué bien poder volver a comentar en tu blog
    Bss y Buena tarde de Jueves.

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  2. YY la vida es así, tal como la refleja tu escrito...

    Un saludo.

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  3. Gracias Mar por tus palabras...

    No es lioso simplemente que en la planta cincuenta del Comore Planck las cosas no son como a pie de calle...

    ¡Ya sabes! Siempre que quieras, puedes...

    Besos en esta semana de crucifixión

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  4. Gracias Misterio Tuyo...

    Un halago enorme son tus palabras para un escrito con una ecuación aún no resuelta a día de hoy...

    SALUDOS

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