El que anda tranquilamente cómo si el mundo fuese algo ajeno a su existencia no es otro que Bobo Bly. Viste de negro y siempre igual, pantalones, camisa y americana negra, zapatos y calcetines a conjunto. Haga calor o frío, sea verano o invierno. A la pregunta de por qué vistes así, Bobo Bly hace caso omiso y no responde, las preguntas intrascendentes sobre su vida no le interesan. Tiene el pelo negro, largo y lacio hasta los hombros y con él oculta su rostro. Suele caminar cabizbajo cómo si en todo momento estuviese pensando algo de vital importancia mientras sus largas piernas avanzan independientes en largas zancadas. Suele llevar las manos en los bolsillos de los pantalones y sólo las muestra en escasas ocasiones, básicamente cuando la situación lo requiere. Siempre va acompañado de un enorme perro que responde al nombre de Khan, es un gran danés de color negro azabache, un ejemplar impresionante que sigue en todo momento a Bobo Fly. Hacen una extraña pareja porque mientras Bobo Fly mira al suelo cómo si este mundo le fuera indiferente, Khan está en todo momento alerta y expectante ante cualquier movimiento que se produzca cerca de su amo. Lo dicho, una extraña asociación dónde parece que el más despierto sea el cánido. Retomando la historia que habíamos dejado y que nos ha traído hasta aquí, Bobo Fly se dirige tranquilamente y ajeno de nuevo a los quehaceres de un mundo que parece avanzar sin él al encuentro de los Hombres Blancos. Un grupo que hace bien poco ha llegado al pueblo y que está intentando echar a Bobo Fly del mismo. Alegan que da mala imagen y que ahuyenta el comercio ver a una persona cómo él deambulando por las calles acompañado de aquella enorme bestia negra. Son pocos pero hacen mucho ruido. En muy poco tiempo Bobo Fly, ajeno cómo es a toda clase de confrontaciones, no le queda más remedio que intervenir. Estoy convencido que hubiese querido seguir con su vida tal y cómo la conocía, ajeno a todo y a todos pero no le han dejado más opción, le obligan a actuar porque alguien se cree en el derecho de decretar tú sí, tú no. Al final los Hombres Blancos no son tan peligrosos, tan pronto ven al enorme Khan se agolpan unos contra otros, nerviosos y temerosos de sus movimientos. Bobo Fly entiende rápidamente qué tipo de personas son aquellas que se hacen llamar Hombres Blancos y sin levantar la mirada del suelo les dice en voz alta, a mi parecer la vida no es del color de vuestro blanco ni es de mi color negro, a veces la cuestión no es tan simple, para mí la vida es un secreto que cada uno de nosotros guarda en su corazón y tan sólo abriéndolo sinceramente es posible desvelarlo. Así que dejad de cuestionar cómo viven los demás y empezar a buscar el secreto de vuestra propia existencia y recordad que no tenéis mucho tiempo, la vida es un suspiro. En esos momentos Khan emite un fuerte gruñido y Bobo Fly da por finalizado el encuentro. Sin levantar la mirada del suelo se aleja de aquellos Hombres Blancos que aún siguen allí agolpados y temerosos de algo que no va a suceder. Sabe cómo son en realidad aquellos Hombres Blancos, individuos carentes de voluntad propia que necesitan formar parte de algo y Bobo Fly es justamente lo contrario, parece ser una de esas pocas personas que no necesita ese sentimiento tan humano de pertenecer a algo, de enriquecerse con el compartir, de ennoblecerse con la ayuda desinteresada, parece ser una de esas pocas personas que no necesitan mucho ni a muchos para seguir adelante. A lo sumo puede decirse que necesita a Khan, el gran danés que lo acompaña a todas partes.
Pasa el tiempo pero no la vestimenta de Bobo Fly e igual que caen las hojas en otoño, los Hombres Blancos han caído. No más ruido innecesario. La mayoría de la gente del pueblo cree en la diversidad, en lo variopinto que hay en la vida, en lo bueno que hay en las cosas y en qué hay momentos que bien valen una vida. La mayoría cree y habla mientras Bobo Fly junto a su inseparable Khan sigue caminando tranquilamente por las calles, en silencio y con las manos en los bolsillos de los pantalones recordándose que tener unos cuantos Hombres Blancos menos no ha mermado el color del pueblo.
Ahí radica el problema: la mayoría de las retinas solo son capaces de ver o el negro o el blanco, colores cuyo apellido es el de la intolerancia. ¿Cómo se explicaría entonces que no existan fumatas grises en esa cúpula?
ResponderEliminarProfundas reflexiones encierra tu magnífico texto,
Un abrazo.
David paso a saludarte, voy muy atrasada en las lecturas de los textos de los amigos, en unos dias el encuentro que preparamos se materializará y pasará, entonces el tiempo se alargará para llegar hasta donde uno pueda. Aunque sea un hola, si quiero dejarte.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Marisa por tus palabras y reflexión,
ResponderEliminarIntuyo que cómo siempre se da más importancia al Efecto que a la Causa... Casi nunca nos fijamos en la luz tan sólo en el color a pesar que ella posee la facultad que éte exista... El blanco o negro me parece un método rápido de selección en una sociedad hiper estimulada cómo la nuestra...
(Digo pero no me hagas mucho caso porque desde este pabellón psiquiátrico todo se relativiza o uno se vuelve loco :)
Hermosa entrada de Machado... me dejaste sin palabras :))
Besos desde la litosfera
Un fuerte saludo San,
ResponderEliminarEspero que Jaén después de la Quedada Bloguera que estás organizando pierda cómo mínimo el acento jajajaja...
Pasarlo Genial!!!
Besos a ese Hola bienvenido