Hace unos años, unos muchos si no recuerdo mal, me apunté a una conferencia para sacarme algunos créditos de libre elección. Manifestaciones simbólicas a lo largo de la Historia del Hombre era su nombre y desde un principio me pareció interesante. Recuerdo que era un profesora quién la daba, una mujer de unos cincuenta años, canosa y atractiva por igual. Empezó su exposición haciéndonos una confesión reveladora, nos dijo que en esta vida todo es simbólico, hasta lo que parece no serlo. Después de aquello la conferencia empezó realmente. Nos hablaba de forma pausada y su lenguaje comprensible hacían que la conferencia fuese una delicia. Había llegado allí por curiosidad y mientras escuchaba pensaba que hubiese sido un gran error haber perdido tan bella exposición. Nos relató cómo los primeros hombres utilizaron el simbolismo para realizar mapas y hojas de rutas y así guiarse hasta sus zonas de agua, caza o cualquier otro lugar de capital importancia. El simbolismo en sus paredes, prendas y utensilios eran evidentes para una especie de hombre que desconocía casi todo aún. Los diferentes saltos en el tiempo, continúa la experta conferenciante, nos demuestran el alto grado de sofisticación que llegaron a tener las manifestaciones simbólicas en la vida ordinaria de aquellas personas. Ésta fue ramificándose y ramificándose y no sólo de un tronco común, sino que en todo el planeta aparecían muestras de esa sofisticación en miles y miles de vertientes. Más tarde habló largo y tendido del Antiguo Egipto, que según ella era la auténtica base del conocimiento occidental en contra de la Cultura Griega que tan establecida estaba, y nos dio a conocer símbolos que reconocimos fácilmente. Símbolos que en cualquier calle de cualquier ciudad los podías encontrar, algunos formaban parte de banderas o escudos, otros eran simplemente logotipos comerciales o marcas registradas. Algunos formaban parte del extenso lenguaje egipcio pero la mayoría de los símbolos pertenecían a ese mundo oculto que cada cultura preserva cómo muestra de respeto a la generación venidera y que se desconoce su mayoría aún hoy día. Prosiguió la conferencia e hizo hincapié en que no siempre el simbolismo se representa con símbolos, a veces el simbolismo es puro realismo, simplemente tal cual veías las cosas así eran aunque el secreto, nos confesaba con una sonrisa pícara que aún recuerdo, no está en la forma sino en la distribución. Nos explicó que colocar un jarro a la derecha o la izquierda de un cuadro significaban cosas muy diferente, si el jarrón era de un color u otro eran cosas contrapuestas y así hasta llegar a un número infinito de posibilidades. A veces lo más obvio es lo que mejor se esconde. Recuerdo también que nos habló de todos los movimientos artísticos y acontecimientos fundamentales que condujeron a la simbología hasta lo que hoy conocemos. El Renacimiento, el Barroco, las Vanguardias, las Revoluciones, la formación de la actual Europa y un largo etcétera que en ningún momento se hizo tedioso. Al acabar todos aplaudimos entusiasmados ante una clase magistral de aquella profesora, era una oradora excelsa y así se lo reconocimos. Pensé que nunca unos créditos me habían sabido tan bien y así se lo hice saber cuando nos quedamos a solas en la sala, también le pregunté si había escrito algún libro o me podía recomendar alguno y aún recuerdo cómo me miró en silencio unos segundos con aquellos ojos del mismo color que un mar de verano. Me parecieron unos segundos eternos, me daba la sensación que me iba a ahogar si seguía mirándome de ese modo. Finalmente se me acercó y me dio un beso en la mejilla y me dijo, lo único que debes saber es que vivir es aprender, ese es el mejor libro que nunca podría escribir o recomendarte así que no tengas miedo y lánzate en busca de tus propios símbolos.
Ahora estoy escribiendo un libro, se titula Manifestaciones simbólicas a lo largo de la Historia de Un Hombre y habla de todo tipo de símbolos que por un motivo u otro me han fascinado hasta el hecho de hacerlos propios.
Este libro empezó realmente hace unos años, unos muchos si no recuerdo mal, cuando me apunté a una conferencia y conocí a una conferenciante canosa y atractiva por igual y me perdí por unos segundos en sus ojos que eran...
… del mismo color que un mar de verano.
Que bueno empezar a escribir un libro y que motivación para hacerlo, unos ojos del mismo color que un mar de verano... imposible olvidarlos,
ResponderEliminar