Solo tenía veinte segundos para hacerlo y aun no había decidido si lo iba a hacer. Quería, lo deseaba pero ahora que tenía una oportunidad única no sabía si sería capaz. Sentía que las fuerzas me flaqueaban. Se cerraron las puertas. Estaba detrás de mí. El ascensor empezó a bajar. Estábamos solos y descendíamos rápidamente, no tenía mucho tiempo. Me decidí. Me giré al momento que sacaba un cuchillo de mi bolsillo y aprovechando la fuerza de mi giro y cogiéndole por sorpresa, le asesté una puñalada en medio del cuello. Empezó a sangrar abundantemente, había atravesado alguna arteria. Vi como su cara pasaba de la sorpresa ante el ataque inesperado a la angustia al comprobar que la vida se le escapaba hasta llegar al color pétreo de la muerte. Murió antes de que se abriesen las puertas.
Los dos escoltas esperaban en el vestíbulo a su jefe. Al abrirse las puertas vieron estupefactos que yacía muerto en una esquina con todo el cuerpo ensangrentado y un cuchillo clavado en el cuello. Sentado a su lado un chico vestido de botones del hotel estaba cabizbajo. Al abrirse las puertas del todo, el chico levantó la cabeza y los dos escoltas vieron en su cara dibujada una sonrisa. Acto seguido sacaron sus pistolas y acribillaron a balazos al chico.
Al día siguiente la noticia ocupaba la portada de todos los diarios. “Muerto el Jefe de la Mafia” en letras grandes y más abajo explicaban como un chico vestido de botones que había resultado ser el hermano pequeño de una camarera del hotel que había muerto en extrañas circunstancias dos meses antes, había asestado una puñalada mortal al Jefe de la Mafia, el Temido Hitsuo Horokei.
No hay comentarios:
Publicar un comentario