De quién era el escrito

Me quedé sorprendido de verla allí sentada delante del ordenador sin ni tan siquiera pestañear. Ella no lo hacia nunca y ahora estaba escribiendo sin parar y lo hacía totalmente concentrada, tanto que ni se había percatado que acababa de llegar a casa. Me acerqué a ella pero no me hizo ni caso y cuando insistí, me despidió de malas maneras. No la reconocía pero la dejé en paz. Después de ducharme, ella seguía allí totalmente entregada a su escrito. En casa normalmente escribo yo pero ese día había intercambiado los papeles y nada podía hacer. No quiso cenar y a la hora de ir a dormir, no me acompaño. Estaba mosqueado porque no me había dirigido la palabra en ningún momento, excepto cuando se despachó a gusto cuando había llegado a casa. No sabía que estaba pasando y pensando en ello, me dormí. Al despertarme me di cuenta enseguida que ella no estaba. La casa siempre era diferente cuando no estaba. Me levanté y me fui directamente al ordenador. Busqué el documento último y lo encontré. Antes de leerlo, la llamé y no hubo respuesta. Me senté lleno de nerviosismo y empecé. Cuando acabé, lo había leído de una sola tirada, me quedé sorprendido, gratamente sorprendido. Era la mejor novela que había leído en mi vida. He sido siempre un lector ávido y la novela escrita por ella, superaba con creces tantas maravillosas obras que me habían enamorado a lo largo de mi vida. La volví a llamar y tuve la misma suerte que la vez anterior. Insistí sin ningún éxito. Después de prepararme café, me la volví a leer. Esta vez aún me gusto más. Ella, que no escribía, había sido capaz de crear una maravillosa novela, llena de todos esos elementos que hacen grande un escrito. Estaba asombrado por todo aquello y no me lo podía creer. Así pasé el día hasta que ella llegó. Tan pronto entró en casa, la senté y le pregunté directamente por la novela. Ella me miró y me dijo que no sabía nada de ninguna novela. Le recordé lo del día anterior y ella me repitió que no sabía nada de lo que estaba contándole. Parecía de locos todo aquello y finalmente le enseñe el escrito del ordenador y ella, al cabo de un rato de estar leyendo, me dijo que era muy buena, la mejor que había escrito. Le pregunté que aquello no lo había escrito yo que lo había escrito ella, lo había visto con mis propios ojos. Ella se rió y me dijo que me dejase de bromas, que estaba cansada pero yo insistí que se lo había visto hacer. Ella se rió aún mas fuerte y me confesó que cuando llegó ayer a casa después de trabajar, me encontró absorto delante del ordenador, estaba tan concentrado que de malas maneras la había apartado. No le había dicho nada y tampoco había cenado y esta mañana, al levantarse no me ha querido despertar. Eso es lo que había pasado según ella. No entendía nada, me preguntaba de quién era aquel escrito que tanto me había maravillado. Ella me consoló y después de prepararme una excelente cena, me acompaño a la cama. Se quedó a mi lado acariciándome la cabeza mientras me repetía una y otra vez en voz baja, ay mi cabecita loca! Hasta que me dormí sin tener la certeza de quién era el escrito.


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