Aquella
chica me miraba con sus pupilas dilatadas debido a la cocaína y
parecía no entender nada. Su voluntad estaba a años luz de allí y
aunque me esforzaba por hacerle ver que había que contrarrestar
aquella adición con otra y que ésta última fuese totalmente
saludable para ella y para los que la rodean, ella parecía no
entender. Me invitó a un cigarrillo y yo voluble como soy, acepté.
Hacía diez años que había dejado de fumar pero no me pude
resistir, deseaba empatizar con ella aunque ella misma estuviese
puesta hasta las cejas. Yo
sabía que era estar puesto
y no solo de cocaína y sabía los riesgos que se corren cuando eres
esclavo de cualquier sustancia, situación o manía. Había vivido
sumido como esclavo durante años y ahora limpio
como un niño de ocho años lo veía todo con absoluta calma. Mis
reflexiones parecían entretenerla aunque me daba cuenta que no
llegaban donde pretendía que llegasen, su mente activada en un
porcentaje muy superior al mío no estaba por la labor. No me sentí
frustrado ni nada por el estilo, yo sabía como ella se sentía en
esos momentos, cosa que ella no podía hacer con mi posición, ella
no conocía como se siente alguien que ha pisado el infierno y ha
salido de él aunque sea hecho cenizas. La mayor dificultad de un ser
humano es construirse de nuevo después de haberse pasado tiempo
destruyéndose, después de haber acabado con él una y otra vez a
sabiendas que estaba mal hecho, a sabiendas que no le beneficiaba y
que eso mismo destruía su entorno a la misma velocidad que él se
destruía. El problema de las adicciones no son las sustancias en sí,
me explicó un yonqui hacía muchos años, sino el problema a
solucionar es que la persona deja de ser persona debido a la
necesidad que tiene de ella, su propia personalidad pasa a un segundo
término y esto inevitablemente la destruye. A la pregunta de porque
sí sabía el problema no ponía solución, el yonqui muy tranquilo
me respondió, porque para muchos de nosotros ya es demasiado tarde,
la comprensión ha llegado tarde y ya nada se puede hacer. Ese
recuerdo me vino mientras estaba con aquella chica de pupilas
dilatadas pero no le dije nada de aquello, sabía que estaba de más
hablarle de otras personas, de otras situaciones o de otras manías
porque lo que verdaderamente interesaba era ella, solamente ella. Me
confesó que la había ayudado mucho y me dio dos besos a modo de
despedida cuando nuestros caminos se tuvieron que separar, me confesó
acercándose a mi oído que no me olvidaría y que muy pronto tendría
noticias suyas pero que esta vez la encontraría diferente, que la
próxima vez que nos viéramos me sorprendería, comprobaría por mí
mismo que ella era una mujer muy diferente, una mujer que me
agradaría. Sonreí y la abracé, le respondí que estaba ansioso por
ver ese cambio y que si me necesitaba ya sabía donde encontrarme,
tomo nota me respondió justo antes que un facultativo la llamase
para hacerle un reconocimiento.
Han pasado miles de amaneceres desde aquel encuentro y nunca más la
he vuelto a ver aunque de vez en cuando pienso en ella, a veces me
parece verla por aquí o por allá pero nunca es ella. Espero de todo
corazón que aquella pupilas dilatadas por la cocaína se hayan
repuesto y ahora solo se dilaten debido a la luz cegadora del Sol,
debido a la alegría del amor o debido al abrazo de un niño.
Sí, ojalá que descanse en paz, y que tú vuelvas a verla, renovada y feliz, sin necesitar de la cocaína para serlo.
ResponderEliminarUn beso grande.
No sé si la volveré a ver, supongo que no,,, en esta vida hay gente que solo te la encuentras por un tiempo muy corto y a veces son las que más te Enseñan...
ResponderEliminarBesos enormes Misterio
Sí, todo el que pasa por nuestra vida tiene una razón de ser...
EliminarMás besos para ti.
Y Es por una Razón...
EliminarBesos en forma de Beso
Un placer leerlo!
ResponderEliminarFelicidades en estas fiestas, es mi deseo desde mi verano azul...
Gracias Algamarina :)))
EliminarFelicidades también para Ti
Besos tricolor