Un porro. Un chino. Otro porro y una pizca de coca antes
de salir de casa. El desayuno, cómo le gusta decir y así empiezan
los días para nuestro amigo Jesusio. Tiene veintiún años, está en
el paro y vive con sus sufridos padres. No se le conoce novia formal.
Trafica con drogas y objetos robados para sacarse algún dinero.
También toca como bajista en una banda de rock y con ello se siente
confiado que la música le sacará del atolladero que es su vida.
Vive entre enormes edificios, sin condiciones básicas ni servicios.
Es uno de los parias de este siglo que han sido arrinconados hasta
nuevo uso. Jesusio está hasta los huevos de este mundo y tiene ganas
de prenderle fuego a todo. Jesusio se siente a tono, la pizca le ha
sentado especialmente bien y se dirige a su trabajo más
animado que de costumbre. Hoy tiene que finiquitar un asunto que le
llevará diez minutos y su jornada laboral habrá acabado.
Media hora después ya está en el bar de siempre tomándose algo y
hablando con los habituales sobre política, coches o fútbol.
Jesusio aprovecha un momento y va al baño a meterse dos rayas y para
no ponerse muy tonto, se fuma una cañita en la terraza del bar. Es
del costo del negocio anterior. Parece bueno y entre calada y calada
piensa en el precio que le va a poner al gramo. Se despide de los
clientes del bar y se va a otro. Allí habla y mueve las manos y se
queda hasta que se acaba dos cervezas. Vuelve a casa con ganas de
meterse un chino y comer pizza. Se mete el chino, con una dosis extra
por haberse demorado, y antes que el hambre sea voraz empieza a
comer. Finalmente sólo come una porción y media de la pizza. Se
prepara un carajillo, dos porros, uno de costo y otro de
marihuana que su buen amigo Matias le ha dado mientras volvía a
casa. Después de la maría se siente un poco acelerado y antes de
acostarse decide meterse algo más. Una pipa corta de crocko, es lo
que Jesusio piensa que necesita y sin dilaciones inspira fuertemente.
A Jesusio el crocko no le gusta especialmente aunque reconoce que es
lo mejor en situaciones cómo aquella, aunque duela su despertar.
Jesusio no puede dormirse, ni con los documentales ni con la química
asistencial que le está proporcionando a su cuerpo. Se fuma otro
porro enorme de marihuana con poca picada pero ni aún así consigue
adormilarse. Se siente fastidiado por no poder descansar. El día de
hoy ha sido duro, se auto convence Jesusio, no siempre uno está tan
dispuesto cómo hoy para trabajar y por eso cree necesita más que
nunca un descanso. Otro porro, un whisky y otro porro de la cosecha
de Matías sin que los resultados esperados aparezcan. Se hace de
noche y Jesusio decide salir un rato. Al volver está cansado. Se ha
metido porros, chinos y japoneses, un fumatto, dos platitas, medio
gramo de coca, algunas anfetas y algo más que no recuerda pero que
estaba bueno. Lo ha regado todo con whisky, cerveza, gin tónic y una
jarra enorme de sangría venezolana. Está cansado y ahora más que
nunca mientras se estira en su cama, una sola idea recorre su
maltrecha mente...
… está hasta los huevos de este mundo.
Pues mira, David¡ a mi este tío no me cae bien
ResponderEliminarQué quieres que te diga? que le den a Jesusio
Tanto porro y tanta leche, como que no me extraña que esté hasta lo huevos..
Y si yo fuera su madre, estaría hasta los ovarios de semejante elemento
Bess, No quiero que a nadie de los que quiero, les pase,lo de Jesusio
De todos modos, tu escrito genial, como siempre))
Ya ves Mar...
ResponderEliminarHasta en la viña del Señor tiene que haber un Jesusio....
Gracias Mar, siempre un gusto que te pases por aquí :))
Besos y Buen Fin de Semana
Me gustan tus relatos.
ResponderEliminarSí, hay personas desesperanzadas, que tienen que encontrar la fuerza en algo que se la quita.
Un saludo :)
Gracias Misterio...
ResponderEliminarComo dice la canción... La Esperanza es una puta que va, vestida de verde :))
Saludos
:))
ResponderEliminar:)))
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