A Jacques Le Put no le gusta que lo interrumpan mientras escribe versos de amor para su amada pero esta vez no ha podido evitarlo. Un extraño y regordete oso de peluche de color amarillo y con cara de bonachón se le ha aparecido encima del escritorio. Asombrado y boquiabierto Jacques Le Put calcula que éste debe medir unos cuarenta centímetros mientras el oso permanece sonriente y de pie encima de su mesa. Parece una alucinación pero a simple vista es tan real que le hace dudar y es entonces que decide tocarlo. Siente que al ir acercando su mano hacía el regordete oso los nervios crecen en él, no sabe si es peligroso a pesar de su aspecto bonachón. Jacques Le Put le da un pequeño golpe con el dedo en la barriga del oso de peluche para comprobar si es una alucinación o es real y el oso, con cara de ofendido, le dice:
¡Pero que haces! ¿Es que no ves que me haces daño?
Lo siento, lo siento... quería saber si eras real o no.
¿Quieres que te de una patada en el ojo para que sepas si soy real o no?
No, no... no será necesario. Estoy convencido, eres tan real cómo yo pero no acabo de entender quién eres y que haces aquí.
¿No sabes quién soy?
No, lo siento pero no me suena tu cara de nada.
¿Y si te digo... Hooney?
Lo siento de nuevo pero Hooney no me suena de nada.
¿De verdad no sabes quién soy?
De verdad. Dime quién eres y acabemos con este misterio.
Soy Wilfred Le Put.
¿Wilfred Le Put? ¿Somos familia?
No exactamente, yo simplemente soy la parte animal de tu ser que se alimenta de su parte más dulce. Soy un oso que le encanta lo Hooney, ¿entiendes?
Pues la verdad Wilfred que no te entiendo nada.
Llámame Wilfred Le Put.
¿Perdona?
Que me llames por mi nombre, no me llamo Wilfred, me llamo Wilfred Le Put.
Perdona pero no sabía que Le Put también era parte de tu nombre.
Pues así es y déjame decirte que siempre ha sido así hasta hace pocas generaciones, unos antepasados, medio desequilibrados, hicieron que el insigne nombre Le Put pasase a ser el primer apellido por un simple y malentendido esnobismo.
Tampoco sabía.
¿Te puedo preguntar algo Jacques Le Put?
Puedes, faltaría más.
¿Sabes algo de la grandeza y la gloria que existen detrás del insigne nombre Le Put?
No, no sé más de lo que mi padre me ha contado aunque he de confesarte que no es mucho.
Ya veo que andas un poco perdido pero para solucionar este embrollo aquí estoy yo.
¿Túuu...?
Si yo, y por lo que veo he aparecido en el mejor momento, justo cuando ibas a dedicarle unos versos a tu amada, ¿o me equivoco?
No te equivocas, efectivamente iba a escribir para mi amada justo antes de tu inesperada aparición.
Pues aquí estoy yo para ayudarte.
Gracias pero no, en todo este tiempo he sido yo quién le he versado siguiendo el sentimiento que me une a ella y ahora no va a ser diferente. Te repito, gracias pero no.
¿Sabes una cosa?
Dime.
No lo puedes evitar.
¿Y porque no, si se puede saber?
Porque tus versos que siguen un sentimiento que te une a ella cómo tú dices son Hooney y todo lo que es Hooney es trabajo mío.
¿Pero que es eso de Hooney?
En pocas palabras, Hooney eres tú en mi estado. Hooney es cuando alguien cómo tú se vuelve conscientemente en un regordete oso de peluche con sonrisa bonachona.
¿Pero yo nuca he sido cómo tú dices?
Eso lo dices tú. ¿Te acuerdas de aquellos poemas a la luz del gran amor?
Cómo olvidarme.
Pues los escribiste en forma de oso de peluche amarillo y aún te diré más, mientras los escribías te diste un atracón de miel que casi te deja inconsciente.
¡No puedo creerte! Me acuerdo cómo y porque los escribí y nada de lo que dices sucedió.
Sí tú lo dices. Mira, Jacques Le Put, tú eres lo que eres y en eso estamos los dos de acuerdo pero tienes que reconocer que también eres lo que no sabes que eres. Es un poco lioso pero es así y una de esas cosas que no sabes que eres pero eres, soy yo. Un amarillo oso de peluche al que le encanta y sabe de todo lo referente a lo Hooney.
Te repito, no puedo creerte.
Pues cree Jacques Le Put porque te lo esta enseñando la parte animal de tu ser que se alimenta de su parte más dulce.
¿De quién hablas?
De mi mismo, Wilfred Le Put.
Al acabar el día sus versos eran sentimiento y pasión cómo nunca había expresado antes. Nunca antes se había elevado tanto en alas de ese sentimiento que lo unía al corazón de su amada. Ese día se sintió poeta, ese día gritó su dicha a los cuatro vientos y ese día se sintió completamente afortunado de haber podido crear en el bello nombre del Amor.
Ese día Jacques Le Put fue Wilfred Le Put.
No hay comentarios:
Publicar un comentario