Sus ojos ya se han acostumbrado a la poca luz. Ésta le llega a través de una pequeña lámpara que descansa en su mesa. El Director ha ordenado que las luces se apaguen a las seis en punto así que si alguien tiene que quedarse en la oficina pasada esa hora, se resigna a trabajar así. Son las siete y diez y aún esta intentando cuadrar un balance que parece estar hecho por el mismísimo Satanás. Es la tercera vez que le pasa en estos últimos dos meses y entre sus compañeros de trabajo ya se rumorea que debe estar pasando por una mala racha. Nada de esto es verdad, lo que le pasa es que su trabajo ya no le gusta. Ser el contable principal de una gran empresa multinacional ha sido su gran sueño desde que empezó a estudiar pero ahora, cuando tan sólo hace un año que lo es, ya no le satisface. Ha perdido interés por los números y por la contabilidad y la ingeniería financiera ya no es su pasatiempo preferido. Todo ha cambiado en estos dos últimos meses y ahora su mundo parece resquebrajarse bajo sus pies. Nada parece tener sentido, ni los números ni su trabajo ni su vida. Sigue trabajando para pagar las facturas pero ya no le quedan alicientes. A menudo sueña que se marcha lejos, a otro lugar, a otro mundo, más allá del horizonte dónde las estrellas siempre son visibles. Esta pesadez vital nace de su insatisfacción aunque sigue haciendo su trabajo a pesar que cada vez le cuesta más. Sus números, perfectamente cuadrados, serán mostrados a un importante grupo inversor al día siguiente y la empresa ganará millones y a él, esta seguro, todo esto no le reportará nada. Su esfuerzo recompensará de nuevo a otros. Sabe que es injusto pero en un mundo dónde para vivir es necesario el dinero, nada es justo. Él sigue trabajando, absorto en su tarea, sin darse cuenta de lo que pasa realmente. Su mente primaria, es decir, el pensamiento activo de Nioko esta utilizando los números para cuadrar el balance contable mientras su mente secundaria, es decir, el pensamiento pasivo esta recreando una ruta, una escapatoria, una salida para todo embrollo que es su trabajo y por extensión, su vida. Hay un anhelo secreto en su pensamiento pasivo, el lugar dónde siempre brillan las estrellas, ese lugar dónde lo imposible se reduce, lo inevitable se congela y lo inviable se mueve. Es un lugar dónde se puede llegar a través de los números aunque una vez allí las palabras y sobretodo las sensaciones lo son todo. Las ocho y veintitrés y Nioko esta a punto de acabar, un par de correcciones más y el balance estará a punto para ser entregado. Al acabar tiene una grata sensación, su cuerpo parece relajarse por momentos mientras ordena los papeles y los lleva a la mesa del Director. Mañana éste los comprobará y dará su visto bueno, Nioko no falla a la hora de hacer bien su trabajo. Detiene su ordenador, recoge las cuatro cosas esparcidas por su mesa y apaga la pequeña lámpara que tanta compañía le ha hecho. Al llegar al coche una fuerte sensación de paz le invade. Se siente más libre que nunca, ya nada importa en estos momentos y tiene la sensación que las ataduras que tanto bloqueaban sus pasos han cedido. No sabe decirse que es lo que le pasa aunque siente que esta sensación es el primer peldaño de una nueva forma de entender la vida. Esta seguro que las sensaciones que ahora lo invaden le enseñarán que todo es posible, evitable y viable.
A la mañana siguiente los gritos del Director se escuchan por toda la planta. Sus reproches hacía Nioko son constantes y nadie en la oficina recuerda haber visto al Director de este modo. Esta más que enfadado y ordena continuamente que se vaya a buscar a Nioko pero nadie consigue localizarlo. Parece haberse esfumado. El Director sigue despotricando mientras la sede central de la gran empresa multinacional es un caos a menos de una hora de la reunión con el importante grupo inversor extranjero.
Nioko no ha entregado el balance contable como se le había ordenado, en cambio si que ha dejado algo. Son una veintena de dibujos de lo que parece ser un lugar remoto y exótico. Un lugar dónde el cielo y la tierra se funden en una armonía de colores y las estrellas siempre son visibles.
Nioko ha dejado de pensar en activo...
… para vivir en pasivo.