Nada normal



86.400 segundos componen un día y en la mayoría de ellos las cosas pasan con cierta normalidad pero hay algunos de ellos, algunos pocos podríamos decir, que son capaces de cambiar todo lo que conocemos. Al cabo del día hay unos pocos segundos que nos muestran más que la suma de todo el resto y son segundos que desvelan tener más profundidad que una vida entera. A veces esos pocos segundos al día se revelan ante nosotros cómo la delgada y efímera linea que divide la vida y la muerte, lo que es y lo que no es. A veces no resultan ser segundos tan dramáticos pero si resultan igualmente cruciales.

1.440 minutos forman un día y hay minutos que discurren con esa misma normalidad que también se da en los segundos pero al igual que a ellos, en los minutos hay algunos de ellos, pocos podríamos volver a decir, que son capaces de cambiar todo lo que conocemos. Son auténticos instantes dónde la forma y el sentido de todo lo que has aprendido se diluye ente la realidad que ese minuto nos descubre. También existen minutos que se revelan ante nosotros cómo esa delgada y efímera linea que divide la vida y la muerte, lo que es y lo que no es.

24 horas tiene un día y la mayoría de ellas las pasamos durmiendo o con esa cierta normalidad que también afectan a los segundos y los minutos. En este caso también hay horas que son capaces de cambiar todo lo que conocemos y también acaban formando esa delgada linea que divide la vida y la muerte, lo que es y lo que no es. Hay horas que se convierten en auténticas eternidades dentro de nuestra vida. Horas en las que todo lo que transcurre se vuelve determinante y afecta a todo lo que desde ese momento se desprende. Hay horas capaces de hacer vivir tanto y tan intensamente que bien vale una vida, que bien vale todo el oro del mundo haberla vivido.

Indeterminados días componen una vida, los hay que transcurren con esa normalidad que siempre parece estar presente pero los hay que son capaces de cambiarlo todo. Tienes la sensación de estar viviendo en la inmortalidad. Sabes que ese día es, en si mismo, tu propia vida y ese día puede llegar a resumirte, a explicar lo que eres y lo que no eres, explicar dónde estás y adónde vas. Son días que muchos que los hemos vivido los consideramos especiales pero hay que recordar que también hay horas, minutos y segundos que son igualmente inigualables y que pasan desapercibidos cuando andamos sumidos en esa normalidad que tanto parece gustarnos. Días que también y cómo no, se transforman en esa delgada y efímera linea que divide la vida y la muerte, lo que es y lo que no es.


Ni los 86.4000 segundos, ni los 1.440 minutos, ni las 24 horas y ni los indeterminados días que componen una vida pueden explicar el sentido de la misma.

Para encontrarlo hay que salir de esa normalidad que tanto parece gustarnos...

… y entrar en esa delgada linea que divide la vida y la muerte, lo que es y lo que no es.


 

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