El único sonido que se percibe en la habitación es el ínfimo ruido que hace el papel de lino al quemarse en cada una de las caladas que se dan. No se escucha exhalar ni inspirar en ningún momento, tan sólo ese ruido apenas audible del crepitar del papel. Es el único sonido y lo único que podemos detectar. Nos extraña saber que ante nosotros no hay rastro de la luz del cigarro que debería arder tan pronto esa boca aparentemente adicta diese su calada y la luz de la combustión nos indicase su posición en esta habitación dónde la orientación es nula. Avanzamos a oscuras y de vez en cuando escuchamos crujir el papel ante el efecto del fuego y la aspiración de ese desconocido que no quiere ser detectado aún. Nos sentimos perdidos ante la evidencia que nuestros sentidos son muy limitados en estas circunstancias y que sólo los pasos pequeños y precisos que damos en esta total oscuridad son nuestra única realidad. Gritamos a viva voz si hay alguien sin ninguna esperanza a recibir una respuesta que efectivamente no llega. Sabemos del crepitar del cigarro y deducimos que alguien debe estar fumando en algún lugar de esta sala que por cierto desconocemos sus dimensiones. En realidad lo desconocemos todo de aquí, no sabemos cómo hemos llegado, dónde estamos, si realmente estamos en una habitación, el porque esta alguien fumando sin atisbo de importarle nuestra suerte y estos sólo son unos pocos ejemplos de lo que realmente no sabemos. Hemos empezado diciendo que el único sonido que se percibe en la habitación totalmente oscura es el ínfimo ruido que hace el papel de lino al quemarse en cada una de las caladas que se dan y esto justamente es lo que sigue pasando en estos momentos. Nos sabemos, no vemos, no olemos, no tocamos y apenas escuchamos lo que escuchamos, todo esto nos recuerda cuando estuvimos un tiempo en aquella sala de privación sensorial. Era una sensación extraña aunque al final resulto ser una experiencia enriquecedora y divertida aunque somos conscientes que no todos pensarán igual que nosotros sobre esta cuestión aunque esto expuesto en este relato no es importante. La sala o lo que sea que nos envuelve, esta totalmente oscura y el sonido del cigarro sigue prolongándose en el tiempo a intervalos regulares por lo poco que oímos. Estamos convencidos que quién en estos momentos esta fumando en esta total oscuridad, le gusta mucho fumar porque la verdad es que no ha parado de hacerlo desde que nosotros hemos aparecido. En otras realidades podría considerarse una auténtica patología clínica pero en esta realidad tan sólo es un sonido, un ruido apenas audible que nos dice mucho porque aquí aparentemente hay muy poco. Nuestros sentidos son esclavos de esta oscuridad reinante pero no la sentimos cómo una oscuridad fría ni aterradora sino más bien como un lugar apacible dónde todo lo que existe se reúne en torno al negro. El cigarro vuelve a crepitar y esta vez el sonido que emite es mucho más largo que de costumbre y nos quedamos escuchando cómo arde el papel por la intensa calada. Esperamos, no sabemos a qué pero esperamos. Sabemos que el papel sigue quemándose porque el ruido aún persiste a pesar de haber pasado ya un buen rato desde que empezó esta poderosa calada. De repente, y justo cuando cesa de escucharse el sonido del papel ardiendo lentamente, una voz grave nos habla en estos términos, queridos viajeros del pensamiento es un placer teneros aquí conmigo pero cómo habéis observado ya, no tengo nada que enseñaros ni ofreceros, a lo mucho mi cigarro que por mucho que se fuma de él nunca se acaba, por cierto ¿os apetece fumar? Todos respondemos que no queremos fumar aunque se lo agradecemos y entonces es cuando le preguntamos el porque no nos puede enseñar ni ofrecer nada y la voz grave nos contesta, no os puedo enseñar ni ofrecer nada porque desde que habéis llegado sólo os he estado escuchando pensamientos cómo, esto es una total oscuridad, no hay ni rastro de luz, aquí todos nos sentimos perdidos, una sala de privacidad sensorial, no sabemos, no vemos y no olemos nada y otros por el estilo y la verdad es que así no se puede enseñar ni ofrecer nada a nadie, aún así porque no nos puedes enseñar, le preguntamos todos al unísono, por una razón bien sencilla, sois vosotros los que creéis estar rodeados de ausencia y que afirmáis libremente que no veis y que estáis privados de vuestros sentidos... Pero si esta todo oscuro, no se ve nada, que quieres que afirmemos si es lo que es, le interrumpe uno de nosotros, esto mismo es vuestro mayor dificultad, no veis y afirmáis categóricamente que no veis porque todo lo que os rodea es oscuro pero no os habéis preguntado que es este color negro que todo lo envuelve, ¿a que no? Todos volvemos a responder al unísono que no lo sabemos y la voz grave prosigue diciendo, pues ahí esta el quid de la cuestión, el negro no es ausencia de color, en verdad es la suma de todos los colores y así se manifiesta en esta realidad, es de color negro porque esta realidad es la suma de muchas realidades, de alegres y de no tan alegres, de soleadas y de no tan soleadas y esta suma de tantas realidades hace que el resultado final sea una realidad de color negro, ¿lo habéis entendido? Esta vez todos permanecimos en silencio porque no habíamos entendido nada, os lo explicaré mejor, para conseguir el color negro se superponen todos los colores pues para conseguir esta realidad se superponen muchas otras realidades, ¿lo entendéis ahora? Pero entonces porque nosotros lo vemos todo negro y no escuchamos, tocamos u olemos nada, le pregunta el más inquieto del grupo aunque todos pensamos los mismo que él, pues es muy fácil, mirad, la razón de todo no radica en la superposición de realidades sino en cómo la percibe cada uno de nosotros. Hay gente que puede percibir un número limitado de realidades mientras que otros no se les conoce límite en superponer realidades, cuando uno es capaz de asumir más y más realidades es cómo el color, su realidad cada vez se vuelve más negra, ¿pero eso es una contradicción?, una paradoja amigo, es una hermosa paradoja dónde el color y la realidad forman un todo difícil de explicar aunque evidente a ciertos ojos, ¿y porque nosotros lo vemos todo negro? Vosotros formáis parte de ese reducido grupo de personas que a pesar de estar rodeados de muchas realidades de muchos colores lo sienten todo ausente porque ellos, al igual que vosotros, no pueden sentir ni percibir todo lo que les rodea. ¿Y que podemos hacer para poder ver esas realidades que nos envuelven y forman parte de nosotros mismos? La manera más fácil que conozco es viviendo la vida.
Nos alejamos del crepitar del cigarro en combustión y de la voz grave que tanto nos ha descubierto. Después de hablar entre nosotros no sabemos si creernos las palabras de la voz grave aunque reconocemos que nos ha dejado una sensación extraña que nos recorre, es cómo si lo explicado no fuese un tema desconocido para nosotros y es cómo si en lugar de aprender hubiésemos recordado. Reconocemos que es una sensación extraña pero a la vez placentera y nos vamos de allí con la sensación de habernos enriquecido de alguna manera y con la certeza final y absoluta que el color negro no es ausencia sino la suma de todos los colores.
“La vida es un lienzo que se enriquece de todos los colores”.
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