Viajo a velocidad nube

Viajo a velocidad de nube sin rumbo fijo por estos cielos cuando mi atención recae en una pequeña luz. Me acerco a inspeccionar pues no tengo nada mejor que hacer. La luz sale de una pequeña ventana en el último piso de una casa, parece que sea la buhardilla de la misma. Miro a través del cristal de la ventana y compruebo que hay una figura sentada, con los brazos apoyados en una mesa y la mirada fija al frente. Parece estar mirando una foto que tiene delante. Me acerco aún más, en sigilo, y compruebo que la foto es de una playa. Una de esas playas tropicales con palmeras, arena blanca y agua cristalina. Es un hombre de unos treinta años, rasurado y con una larga barba blanca que le llega hasta la barriga. Lleva una especie de chilaba blanca que parece de lino y unas chanclas gastadas de color negro. Tiene encima de la mesa unas cuantas hojas escritas y justo la que tiene delante de él esta a la mitad. Parece que este pensando la continuación de lo que esta escribiendo. Estará meditando mientras mira la foto de la playa, me pregunto mientras le dejo y me voy a ojear la pequeña habitación que lo alberga. Es una sala pequeña que aparte de la mesa y la silla solo deja espacio para una pequeña biblioteca en forma de estantería. En las paredes no hay nada más que la foto de la playa. La habitación esta pintada de amarillo y todo el mobiliario es de madera rústica. Por curiosidad me acerco a la biblioteca para leer los títulos de los libros que este desconocido guarda en su refugio literario. La verdad es que tiene una buena cantidad de autores aunque tampoco sé afirmar con seguridad si son buenos o no porque eso de leer a mí nunca me ha fascinado y muchos de los títulos y autores me son desconocidos. Cuando me giro después de acabar con la librería, lo primero que veo es que este desconocido ha vuelto a ponerse a escribir y esta vez lo hace frenéticamente. Me acerco y ojeo lo que esta escribiendo desde encima de su hombro aunque no consigo entender nada de lo que escribe. Tiene una letra ilegible y aunque no para de hacerlo yo no consigo en ningún momento descifrar lo que esta escribiendo con tanta avidez. Ahora se detiene y se pone a reír sonoramente y vuelve a la carga y sigue escribiendo sin parar de nuevo. Me pregunto que le estará haciendo tanta gracia y me gustaría saber que debe estar escribiendo para así poderme reír yo también o comprobar si realmente hace tanta gracia. Dudo que hacer, si seguir allí y esperar al desenlace de este escrito que esta haciendo este anónimo personaje o irme y seguir mi camino a velocidad de nube sin rumbo fijo. Mientras estoy pensando en ello, nuestro desconocido escritor ha acabado su escrito. Al final no es tan largo como me parecía y compruebo encantado como saca de un pequeño cajón de la mesa, que antes me había pasado inadvertido, un pequeño portátil. Va a transcribir su relato y eso es precisamente lo que me decide a quedarme un rato más allí y poder leer finalmente lo que ha escrito con tanto ímpetu este anónimo. Me coloco encima de su cabeza porque así puedo ver mejor la pantalla. Escribe muy rápido, tanto como cuando escribía sobre el blanco folio con el lápiz gastado que ahora descansa junto al ordenador. Justo cuando voy a empezar a leer, un ruido me interrumpe. Mi curiosidad me puede y me acerco a la ventana. Son un grupo de jóvenes de vuelven de alguna fiesta y están cantando mientras avanzan agarrados haciendo la ola. Me parecen divertidos y pasados unos instantes mirándolos compruebo como giran la calle sin dejar de cantar y con sorpresa me doy cuenta que el dueño de este austero escritorio no ha dejado ni por un momento de escribir. Esta absorto en transcribir su escrito y no parece haber escuchado la algarabía que se producía debajo de su ventana. No importa, pienso que así habrá tenido tiempo para avanzar la historia y no tendré que esperar y la leeré de una tirada, una suerte para mí. Me acerco de nuevo y me vuelvo a colocar encima de su cabeza aunque tan pronto como lo hago me sorprende lo que esta escrito. Estoy impresionado por lo que este desconocido ha plasmado, me parece mentira que haya podido escribir semejante historia. La preocupación crece en mi mientras avanzo en la lectura y siento como crece al igual que mi desazón. No entiendo nada y aunque leo y comprendo lo que esta escrito no me lo puedo creer. Nuestro desconocido acaba de acabar y tengo la esperanza que no cierre el documento y pueda acabar de leerlo entero. Estira los brazos y me impide ver por unos segundos pero puedo seguir más tranquilamente cuando éste se acerca a la ventana. Sigo leyendo delante de la pantalla y sin dejar pasar ningún detalle del relato. No consigo calmarme y mi desasosiego crece hasta llegar a la ansiedad. Me cuesta seguir leyendo pero ya me queda poco y hago un último esfuerzo. Me siento mareado y me parece que me voy a desmayar de un momento a otro. He acabado el leer y el escritor aún sigue en la ventana de su estancia. Sigue mirando la luna llena mientras que yo me siento morir. Estoy temblando por lo que este desconocido acaba de escribir, algo que me ha cambiado radicalmente tan pronto he empezado a leerlo y que me hace preguntarme quién soy y si alguna vez he sido. Estoy aterrado y asustado ante estas preguntas que me golpean sin cesar mi cabeza y me pregunto cómo es posible. Cómo ha sido capaz de hacer esto y cómo es que yo nunca he intuido nada de lo que se me estaba revelando y que se ha formulado cómo una verdad de importancia capital en mi vida. Cómo es posible, no paro de preguntarme. Me siento morir cuando dirijo de nuevo mi mirada hacía la pantalla y vuelvo a leer cómo empieza el relato de este desconocido escritor:

 “Viajo a velocidad de nube sin rumbo fijo por estos cielos cuando mi atención recae en una pequeña luz. Me acerco a inspeccionar pues no tengo nada mejor que hacer...”
 
 

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