Hoy he salido de viaje. He decidido darme algo más que unas vacaciones. Para desconectar, para relajarme. No me ha costado decidirme y ahora aquí estoy, casi llegando a mi destino con una sonrisa que no me la quita nadie. He dicho que todo ha sido muy rápido porque así ha sido, cuestión de veinticuatro o treinta y seis horas más o menos.
Todo empezó por unas palabras. Siempre todo empieza por unas palabras. Me rondaban en la cabeza y en ellas descubrí una nueva perspectiva del asunto. Sólo me faltó decir eureka porque fue eso, una idea que se iluminó de golpe en mi cabeza. Eso es, ahí es dónde voy a ir, pensé emocionado. Dicho y hecho. Salí a buscar mi billete y lo encontré en mi agencia de viajes habitual sin problemas. Les sorprendió mucho cuando les dije mi destino. Los de la agencia sabían de mis gustos y ese nuevo destino era totalmente distinto a los lugares que había visitado hasta el momento. Tampoco preguntaron mucho pues era un cliente asiduo y al buen cliente, ya se sabe, mejor tenerlo contento, mejor no preguntar. Cuando tuve mi billete lo siguiente que hice fue preparar la cuatro cosas contadas que tendría que llevarme. Una maleta de mano y una pequeña mochila de escalada eran mi equipaje. En todos esos momentos, mientras fui a buscar el billete y lo estaba preparando todo, me invadía un sentimiento de bienestar, una paz interior que no sentía desde hacía tiempo. Aquella idea espontanea sobre el destino de mi viaje estaba resultando un cambio más profundo de lo que a simple vista parecía. No sabía, más bien sentía. Pasaron los días y ya lo tenía todo preparado. Había recabado información sobre el lugar, sus características, sus gentes y sobretodo sus costumbres. En este tema profundice mucho. Quise saber y algo aprendí en aquellos días. Me sentía plenamente preparado y ansiaba que llegase el día de mi partida. La sensación de bienestar no desaparecía y me preguntaba si en mi destino aún la sentiría. Era agradable, más que eso, era una brisa de aire fresco que me insuflaba una energía que hacía que todo lo viese de un modo muy positivo. Mares de endorfinas en mis venas es lo que generaba aquella sensación.
Acabo de aterrizar en mi destino...
Ataraxia, mi nuevo hogar.
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