El humo denso me rodea por todos lados
y el síntoma claro son mis ojos volteados,
ven las cosas desde ángulos separados
y por eso de mis pensamientos alocados,
no hay lente física que atraviese la espesura
de este humo que derrocha frescura
en estos bellos instantes de conjetura
que se están dando en la mañana ya madura,
no me atosiga ni me invade el ambiente tan cargante
al contrario, me traslada a un estado consonante
dónde me resuelvo cómo un simple caminante
de neuronas en un espacio y tiempo del todo fascinante,
me abandono ante semejante densidad
que me llena en mi totalidad
y que me sumerge en sana vitalidad
en estos momentos locos de espontaneidad,
juego a no estar en un lugar concreto,
a que el humo denso haga de parapeto
y me enseñé su más íntimo secreto
el cual guardaré con sumo respeto,
mientras, danzan sobre mí unas divertidas esferas
que parecen salir de unas ahumadas teteras
que a su vez son adornos de carreteras
para viajeros sin demasiadas esperas
y todo parece no tener sentido ni razón
pero si prestamos un poco de atención
sentiremos que hay una ligera vibración
y que detrás de todo, existe un corazón,
cuantas sorpresas me depara este humo denso
y cada vez que me pasa y que lo pienso
es cómo que el humo se vuelve incienso
y que todo recupere cierto consenso,
finalmente el ambiente se va despejando
mientras yo voy acabando
con este relato que ha ido pasando
cómo el humo denso cuando vas caminando.
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