Kendo





 «Es porque uno espera la victoria porque esta se nos escapa».

"No es bueno tener fuertes convicciones personales».

«Es necesario saber concentrarse en una sola cosa,
todos los oficios deben ser realizados con concentración».

«No se pueden llevar a cabo grandes hazañas cuando se está en una disposición anímica normal».

«Hacer una cosa sólo en el propio beneficio es superficial
y se vuelve negativo».

«No aceptar sufrir es malo».

«Es bueno encontrarse con dificultades en la juventud,
porque el que no ha sufrido jamás,
no ha templado plenamente su carácter».

«Es capital actuar siempre con dignidad y sinceridad».

«La mejor actitud respecto a las palabras es no usarlas».

«La riqueza del tiempo de paz es permitir la preparación para tiempos de guerra».

«Para seguir la vía uno debe sacrificar su propia vida».



HAGAKURE

YAMAMOTO TSUNETOMO




Permanentemente intrigada



Aquella figura me intrigaba. La veía sentada, con sus manos recostadas sobre las rodillas y su mirada ausente, cada tarde en el mismo banco. Tenía un aire de fragilidad que superaba cualquier cosa que hubiese conocido, me parecía que si alguien se acercaba y la tocaba, ésta iba a derrumbarse y desaparecer ante sus propios ojos. Una fragilidad fuera de toda norma y comprensión. Me intrigaba cada vez más, llevaba un año observándola y no había dejado, en todo este tiempo, de repetir la misma postura, en el mismo banco y con la misma mirada ausente e inconcreta que tanto me hipnotizaba. Vestía de un modo anticuado aunque sus prendas siempre se mantenían impolutas, hiciese calor o frío, hiciese viento o no. Su cabello, blanco cómo la nieve de febrero, resplandecía con los rayos del atardecer incidían directamente en su pelo y le otorgaban una extraña aura de luminiscencia que la envolvía y le confería un aspecto sobrenatural. Aquella figura me intrigaba. Deseaba saber más pero tenía miedo de acercarme y que todo lo que creía de ella se rompiese en mil pedazos. Me intrigaba de un manera inusual, nunca nadie me había hecho cuestionarme tantas cosas en mi vida sin haber participado en ella, sin hacer nada en absoluto y esto era precisamente lo que tanto me intrigaba. Me preguntaba cómo era posible que alguien sin haber hecho nada sobre mí me influenciase de esa manera. Sentía que con sólo mirarla había aprendido y sabía que para mí nada ya era blanco o negro, nada era tan real cómo yo creía pues aquella misteriosa figura sobrepasaba unos límites que nunca tuve definidos. Se quedaba allí sentada e inmóvil hasta el ocaso y después desaparecía. Esto también me intrigaba, me preguntaba si su vida fuera de aquel banco sería igual a la que yo observaba cada día, si su mirada ausente seguiría siendo la misma cuando estuviese en su casa o cuando fuese a comprar esas ropas que tanto la caracterizaba. Toda esta historia me intrigaba y sentía cómo aquella duradera observación me había abierto una profunda brecha sobre mi propia existencia, sobre mi auténtica naturaleza. Las preguntas que me hacía sobre ella se estaban transformando en preguntas sobre mí. Ella me intrigaba y a la vez me intrigaba yo misma después de haber entendido que nada de lo que yo pudiese hacer iba a servir, de igual modo cómo parecía que a ella no le servía quedarse quieta y con la mirada ausente durante cada tarde, en aquel banco, hiciese frío o calor, hiciese viento o no.

Han pasado veinte años desde la última vez que la vi. Ahora soy yo quién tiene el pelo blanco, la que se sienta en el banco con las manos recostadas en las rodillas y la mirada ausente. He entendido finalmente lo que hacía allí y he comprendido el auténtico significado de sus actos.

Ahora soy ella.

Ahora yo soy la figura.


Hacerlo



Quiero agradecerte
amor,
que dejes postrarme
ante tu esencia
y así
alimentarme,
saciarme,
enriquecerme
de tu bendita dádiva,

gracias por dejarme,
por permitirme,
por invitar
a que mi ser más carnal,
mi prima extensión
se adentre en ti,
en tu fuero interno,
en el calor de tu amor
que ahoga mis gemidos,
acelera mi pulso
e impulsa mi pasión,

déjame agradecerte
amor,

déjame hacerlo
cómo a ti te gusta,
entregado,
saciando mi sed
mientras tú,
amor,
tú lo sientes todo,
tú lo eres todo
y
fluyes en la esencia
del dulce placer,

quiero agradecerte
amor,
quiero hacerlo.




Oscar Wilde






Sólo los superficiales llegan a conocerse a sí mismos.
Mientras que para la sociedad no existe mayor pecado que la vida contemplativa, los más cultos opinan que la contemplación es la ocupación natural del hombre.
Mejor ser un cohete caído que no haber resplandecido nunca.
Es bastante difícil no ser injusto con lo que uno ama.
Se puede admitir la fuerza bruta, pero la razón bruta es insoportable.
La educación es algo admirable, sin embargo, es bueno recordar que nada que valga la pena se puede enseñar.
Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente mírela, no la escuche.
Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismo, donde deberíamos intentar vivir.
El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
La belleza es muy superior al genio. No necesita explicación.
En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza.
No existen más que dos reglas para escribir, tener algo que decir y decirlo.

Hono Birds








Un Sol
alumbra mi cara
y acaricia mi pelo,
un árbol me regala
su sombra,
mi cuervo descansa
y yo,
escribo
y me escribo.

Mis pies descalzos,
las botas aparcadas,
los libretos prohibidos
y el Borgoña robado,
me dibujan,
me definen,
ahora y aquí.

Letras y palabras
que salen saliendo
y como el vino
que entra entrando,
disfruto del momento,
del instante,
del acto
y del sueño
de estar escribiendo.





Surcando





Quisimos salir,
viajar y sentir
lo que era nuevo,
lo bello de las cosas,

viajamos y sentimos
cómo un excelso sentimiento
surcaba infinitamente
nuestro Cielo,

quisimos salir
y viajamos y sentimos
y esto nos hizo vivir.

Viajar, sentir y vivir
desde la partícula
hasta el olvido.



Hoy me he intervenido




Hoy me he intervenido,
me he rajado de arriba abajo,
desde la garganta hasta el ombligo
y lo he hecho
por un simple motivo,
quería saber que era este malestar
que persiste desde hace un tiempo,
rajarme no me ha dolido
y por una extraña razón que aún desconozco,
no he sangrado
y así he podido ver claramente
cómo mis pulmones
inspiraban el aire fresco de la mañana
y mis otras vísceras relucían en carne viva,
todo parecía en orden
y aún así he decidido sacármelas,
arrancármelas, desposeerme de ellas,
las he ido depositando una a una
sobre una mesilla metálica
y las he observado con sumo interés,
ahí estaba el corazón latiendo,
los pulmones respirando
y los demás órganos
funcionando perfectamente
y he podido sentir, por primera vez,
mi yo completamente vacío,
todo parecía ir bien igualmente y aún así
la extraña sensación no desaparecía,
he mirado más a fondo
dentro de mi cuerpo
y lo único que he descubierto
ha sido mi carcasa de huesos,
ella seguía dentro de mí
aunque no la pudiese ver
ni la pudiera tocar
y así es que finalmente
he recogido mis vísceras,
me las he colocado cuidadosamente
y luego me he cosido
y ahora estoy aquí
escribiéndolo todo,
acompañado
cómo no,
de esta
extraña
sensación.



Caligrama 2.1





Las
huellas
que deja este
trazo desdibujado
intentan plasmar la
idea que ya hace tiempo
recorre mi mente y mis letras
en este noble arte denominado

Poesía
Poesía
Poesía
Poesía

Grafías que definen un anhelo remoto en la
mente del insomne, en los sueños atípicos
de un titere de ilusiones y en la piel
papel ceniza. Mi admiración ante
este noble arte denominado
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………………………………………………………….

                    Poesía                   Poesía         Poesía  
                                                       Poesía                           Poesía
                           Poesía              Poesía   
Poesia                             Poesía.




 

Res cogitans







Recordar




La buena gente no alza la voz
sino que grita en cada uno de sus actos.