La misma aburrida mujer de siempre

 
 
Ayer, por casualidad, me encontré a un viejo amigo. Desde que acabamos la Universidad no nos habíamos visto y aún así nos reconocimos inmediatamente. Nos saludamos efusivamente y acto seguido fuimos a tomarnos una cerveza para charlar más tranquilamente. Empecé yo, le expliqué que mis negocios iban bien y que en poco tiempo me había convertido en un rico empresario, que mis hijos estudiaban en buenas universidades y que mi mujer seguía siendo la misma aburrida de siempre. Aquello último le hizo mucha gracia aunque no entendí el porque y tampoco le pregunté. Me escuchaba atentamente, siempre había sido un buen oyente, hasta en los tiempos de universidad cuando salíamos en el mismo grupo. Al acabar de hablar me dí cuenta que ya no le quedaba cerveza así que pedí otra. Él se negó pero acabé por convencerle. Me preguntó por las carreras de mis hijos y cosas por el estilo hasta que llegaron las cervezas frías. Me explicó que al acabar la Universidad se puso a trabajar en la empresa de su padre pero que aquello no le satisfacía. Su trabajo era muy rutinario y sentía que sí no se iba de allí acabaría cómo su padre. Buscó trabajo y lo encontró en una gran compañía pero aquello no era lo que esperaba y en menos de un año se despidió. Trabajó en dos sitios más con los mismos resultados. Así que se marchó del país con una chica que había conocido recientemente y que se iba al extranjero para finalizar sus estudios. Estuvo con ella tres meses, luego se quedo solo. Sin casa, ni trabajo ni dinero y en un país extranjero se vio pronto mendigando por las calles hasta que conoció a un hombre que le ofreció una oportunidad. Tenía trabajo para él aunque no era un trabajo normal. En ese país se castigaba con penas de cárcel lo que le proponía pero no tenía nada que perder. El hombre le dio de comer, lo lavo y le dio buenas ropas. Cuando tuvo mejor aspecto lo inició en el arte que significaba su trabajo. Le hizo practicar una y otra vez. Al cabo de muy pocos años mi amigo se había convertido en todo una leyenda en su trabajo, venían clientes de todo el mundo en busca de sus servicios y la demanda no disminuía a pesar de sus elevados honorarios. El hombre que lo había ayudado también era su jefe y con los años se volvió su amigo. Entre los dos amasaron una fortuna considerable hasta que hace menos de un año decidió regresar. En un principio regresaba con la idea de no trabajar. Quería vivir de sus más que generosas rentas aunque reconoció que su apurado aprendizaje le había dejado mella en su manera de hacer y que había vuelto a trabajar. Sus primeros trabajos no tardaron en llegar. Se sentía bien por haber regresado aunque echaba de menos ciertas comodidades de su antigua vida.
 
Lo había escuchado atentamente aunque una pregunta gritaba dentro de mí, se la hubiese querido preguntar desde un buen inicio pero no había encontrado el momento. Me explicaba su vida calmadamente, era la voz de quién se ha visto expuesto a un peligro mortal y se ha salvado o al menos así me lo pareció. Cuando dio por terminado su relato apuró la cerveza. Al posar de nuevo el vaso tenía los ojos cerrados, parecía que estuviese saboreando algo más que la cerveza. Finalmente me decidí y le pregunté cual era su trabajo. Él me sonrió del mismo modo que lo había hecho cuando le confesé que seguía casado con la misma aburrida mujer de siempre. Esperé por si añadía algo más a su sonrisa pero no hizo nada más que mirarme con una media sonrisa dibujada en sus labios. No quieres decírmelo, le pregunté, no es tan solo eso, es que no me parece apropiado, porqué, le volví a preguntar, por respeto a tu mujer. Después de esto la conversación cesó de golpe. Sin saber bien el significado de aquellas últimas palabras pero profundamente ofendido me levanté y me despedí fríamente.
 
No le he vuelto a ver más y por extraño que resulte, mi mujer parece cada día menos aburrida.
 
 
 

8 comentarios:

  1. Me lo imaginaba¡ en cuanto empecé a leer, digo: ya está¡ este, tiene un rollete con la mujer del otro.
    Uf¡ que lío... ahora, le cae más que bien, por llamarla aburrida jajaja
    Que historia más amena.
    Bss

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    1. Habría que preguntar a la mujer que piensa de todo esto, ¿no crees?

      Gracias por pasarte Mar, siempre bienvenida, siempre querida :)))

      Besos con frescor integrado

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  2. Un texto que deja volar la imaginación; pero como yo tengo mucha, y seguro que metería la pata, pues no digo el trabajo que imagino que tenía...

    Un beso.

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    1. Estoy convencido que lo has acertado, la imaginación a igual que la vida a veces es sumamente clara...

      Besos a pares y a nones

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  3. Ah¡ leyendo a Misterio, caigo en que la mujer del otro, ejercía la prostitución...
    Anda¡ no lo había pensado, que fuese puta.
    Bss

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  4. Jajajajaja... No Mar... la prostitución no la ejercía la mujer (por lo menos hasta lo que yo sé)...

    Eres Divertidisimaaaaaaa!!!!

    No es importante si era una cosa o no, lo importante era que el casado estaba hablando allí con un antiguo amigo, lo que luego depará la conversación es otro cantar...

    Gracias, Gracias, Gracias... RELOCA!!!!

    Besos que no ejercen profesión

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  5. Jejeje, bueno el caso es que me lo imaginaba cuando empecé a leer lo que el amigo le contaba, sobre él y cuando llegó a la parte en que conoció a un hombre que le ofreció un trabajo que no era legal y ya con ese final terminaste de confirmármelo, muy entretenida la historia, que diferentes pueden ser los caminos de la gente...Y a donde les puede llegar a llevar...

    Gracias por tu amabilidad dejada en mi blog amigo, un placer visitarte y que me visites.

    Besos grandes.

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  6. La vida no más... que sorprende y no deja de sorprender...

    Gracias Paraíso Perdido, en este camino que nos une

    Besos gigantes

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