Reencuentros



Hoy me he ido a un lugar dónde hace más de veinte años que no iba. Y me he subido dónde antaño siempre subía en busca de una paz que consideraba mía y que nadie podía alterar. He salido temprano, justo cuando repuntaba el Sol por el horizonte, hacía frío pero no me ha importado porque el lugar se merecía esto de mí y mucho más. La verdad es que no sé que me ha impulsado a ir justamente hoy y no en los últimos veinte años pero me alegra que haya sido así. Al llegar he dejado el coche y me he puesto a andar. Después de más de media hora he llegado y lo he visto. Seguía allí, igual que cómo lo recordaba, tan alto, tan esbelto cómo antaño y con la misma frescura de las cosas que están llenas de vida. Ha sido cómo una visión del pasado hecha presente y me he emocionado. Hacía años que intentaba borrar mi pasado por considerarlo carente de importancia aunque en estos últimos años había aprendido que gran parte de lo que me pasó en aquellos años había hecho posible que hoy fuese cómo soy. No he dudado, me he quitado el cinturón y me lo he enroscado en los tobillos en forma de ocho cómo hacía de pequeño, era una técnica ancestral que se sigue utilizando en miles de lugares en este mundo, era un método efectivo y barato de subir un árbol por muy alto que éste sea. He ido ascendiendo por él y me ha sorprendido que me resultase tan costoso, cuando era pequeño lo subía sin esfuerzo alguno, tanto ese cómo cualquier otro que quisiese subir. De pequeño no tenía la sensación del peligro que resultaba subir más de diez metros sin ninguna cuerda de seguridad y hoy, mientras subía, notaba cómo mi mente me chillaba que dejase de hacer aquella locura que podría acabar mal. Dada mi experiencia sabía que una caída así podía resultar mortal pero dentro de mí había algo más fuerte que el miedo a caer y era la esperanza de poder volver a estar allí arriba y contemplar, cómo lo hacía de pequeño, todo lo que me rodeaba en la más absoluta soledad. Utilizaba aquel alto pino blanco cómo refugio cuando las cosas no iban bien o cuando deseaba estar sólo, nadie sabía que lo hacía, ni mis más íntimos amigos del momento y es por eso que aún guardo de aquellas experiencias un grato recuerdo. Era una especie de refugio propio y personal, era de ahí de dónde nacían mis ganas de volar, mis ansias de sentirme libre cómo siempre sentía cuando alcanzaba las ramas más altas. Ahora pesaba más de tres veces el peso de antaño y aún con esfuerzo he conseguido llegar. Las gran rama que me acogió tantas veces ahora lo volvía hacer. Me sentía libre de nuevo, me sentía tan ligero que pensaba que de un momento a otro iba a salir volando de allí. Varias aves han pasado junto a mí y han emitido un grito a su paso, yo lo he interpretado cómo un saludo más que cómo un aviso y esto he hecho que me emocionará. Mis ojos se han llenado de lágrimas y no he podido evitar llorar. La emoción por la situación, por los recuerdos y por todo lo que estaba haciendo me estaba afectando mucho. Cuando he vuelto a relajarme he podido observar todo lo que desde esa altura privilegiada alcanzaba mi vista. Ahora había más casas, más cemento por todas partes pero desde allí todo aquello era lejano, era cómo si yo mismo no formase parte de aquella especie que se dedica libremente a destruir el medio en el que vivía por el simple hecho de satisfacer sus deseos. He respirado hondo varias veces y entonces ha sido cuando mi mente se ha relajado por completo. Ya no tenía miedo, ni a caer ni a nada, ya no tenía ningún tipo de emoción que no fuese la de libertad y paz que en esos momentos me embargaba. Era libre, libre cómo lo había sido de pequeño cuando subía aquel alto pino blanco que parecía ser el rey de todos ellos. Volvía a ser ese chiquillo de hace veinte años, todo mi ser lo sentía así y ha sido entonces que me he vuelto a poner a llorar. Mis lágrimas caían libremente pero no estaba apenado ni triste, eran lágrimas salidas directamente de mi corazón, del mismo que un día, siendo niño, se juró que siempre sería así mi vida, una perfecta estampa de armonía, paz y felicidad. La ligera brisa marina que acariciaba mi cara me hacía recordar que no era tan diferente a pesar de haber pasado años y muchas experiencias. Sentía que era el mismo niño que de pequeño creía que el mundo se podía arreglar poniendo buena voluntad por parte de todos, sentía que era ese niño que huía a un lugar alto y desconocido, fuera del alcance de la vista de todos, para poder estar consigo mismo. Miles de sensaciones recorrían mi cuerpo mientras mis piernas colgaban en el vacío, las mismas piernas que de pequeño movía adelante y atrás con la vana esperanza de que me elevasen y así, por fin, poder volar. Me he quedado allí hasta que el Sol ha llegado a lo más alto y luego, no sin dificultad, he descendido. Una vez puesto los pies en el suelo he abrazado a mi amigo, me he fundido en un abrazo con el mayor pino blanco que he visto en mi vida, con el único que me ha permitido sentir lo que he sentido, con el único que a pesar de no decir nada, me ha comprendido cómo nadie.

Hoy me ido a un lugar para perderme y me he dado cuenta que lo único que he hecho, después de veinte años, ha sido encontrarme de nuevo.



4 comentarios:

  1. Feliz y necesario paseo a "ese lugar" el que has hecho hoy, David. Reencontrarnos con nuestra esencia más pura y virgen significa viajar a esos rincones de la infancia donde la mirada inocente e inmaculada hacia la vida toma un respiro y nos hace enfocar con mayor exactitud nuestra retina.
    Muy necesario, apetecible y recomendable paseo.

    Precioso como lo transmites, David.
    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  2. David, que me vas hacer llorar...
    pero si de pequeñito,ya eras un cielo¡
    Un lugar para perderte y encontrarte de nuevo.
    Besos superamigo,eres un Duende con un gran corazón.

    ResponderEliminar
  3. Buenas Marisa...

    Estoy totalmente de acuerdo contigo... Es necesario hacer este viaje y entender que es lo que se oculta detrás de nuestra retina :))

    Un placer y un honor que te hayas pasado, siempre bienvenida...

    Besos en forma de Libertad

    ResponderEliminar
  4. Buenos días Scarlata...

    Vas a conseguir rubirizarme jajaja :))

    Simplemente ha sido lo que tú ya sabes :))

    Feliz Dia Superamiga

    Besos desde un lugar perdido cerca del Mar

    ResponderEliminar