Vestido de amor

 
Sus ojos no perdían detalle de los pequeños puntos que tanta atención necesitaban. Sus hábiles manos trabajaban como si estuviesen meciendo a un recién nacido o como sí estuviesen amando a la más bella mujer de este mundo. Sabía que ese trabajo era diferente a cualquier otro, sentía que estaba haciendo algo excepcional y era por ello que le costaba mantener la calma, tan necesaria para poder realizar todo ese trabajo a la perfección. Sus ojos y sus manos se sincronizaban de un modo sorprendente, en su labor había algo de artístico, algo que transcendía lo meramente laboral para adentrarse en ese mundo donde solo unas pocas personas son capaces de reconocer. Su taller estaba bien iluminado porque le gustaba trabajar durante el día, un gran ventanal le proporcionaba toda la luz necesaria para ello. Siempre decía que la luz le inspiraba y le daba fuerzas y voluntad para seguir con su trabajo y que era ella quién mejor juzgaba sus obras. En la luz todas las imperfecciones se hacen relevantes. Aquella obra lo mantenía absorto durante casi todo el día y si no fuese por su bienamada hija Y* muchos días los hubiese acabado sin haber probado bocado. Ella sabía de la importancia del trabajo de su padre, conocía la importancia de las fechas de entrega, sabía cuanto de caprichosos podían ser sus clientes pero nunca antes lo había visto así. Y* comprobaba como este último trabajo requería en su padre un esfuerzo mayor que el realizado hasta ahora en todas sus obras, no acababa de entender que era lo que le hacía tan importante y no entendía quién había podido encargarle semejante proeza. Y*, respetuosa como era, no osaba preguntar y dejaba a su padre trabajar en su taller durante días y días y así su preocupación por su estado de salud iba en aumento. Siempre que tenía un momento lo observaba desde la puerta intentando averiguar porque su padre se empecinaba tanto en aquel trabajo que tanto lo estaba desgastando. Él mientras seguía con su trabajo, sabía que sus manos, sus ojos y en definitiva, todo su cuerpo se resentía del esfuerzo diario que conllevaba aquella labor pero no desistía, no quería dejar la oportunidad de alcanzar aunque solo fuera una vez en la vida la perfección que tanto anhelaba. Sus ojos no perdían detalle de aquellos puntos que se iban juntando e iban formando, poco a poco, una pieza excepcional. La destreza de sus manos resultaba una herramienta fundamental en este caso, él sabía que ellas, al igual que todo su ser, debían dar lo mejor que poseían para llevar a cabo con éxito aquella última obra.
 
Una mañana llamó a su bienamada hija Y* y ésta, tan pronto entró en el taller, se sorprendió al ver a su padre radiante y feliz, hacía mucho tiempo que no lo había visto así y esto la alegró mucho. La hizo sentarse delante de su mesa de trabajo y le enseñó su última creación.
 
¿Dónde está papá? -preguntó Y* totalmente desconcertada y temiendo por momentos que su padre se hubiese vuelto loco definitivamente.
 
Esta aquí, delante de tus propios ojos -respondió el padre tranquilamente.
 
No lo veo papá, dices que está delante de mí pero yo no lo veo.
 
No sufras hija por no verlo aún, te aseguro que algún día lo verás.
 
No te entiendo papá, ¿qué quieres decir con eso de que algún día lo veré?
 
Hija, te he confeccionado un hermoso vestido solo para ti, lo he confeccionado con la tela de mi amor eterno hacía ti, lo he cosido con todos los besos que me has regalado y lo he decorado con todos los abrazos que me has dado en esta feliz vida contigo.
 
Pe... Pero papá, ¿como has podido hacerlo?
 
Por amor hija.
 
¿Y como es que aún no lo puedo ver?
 
Lo verás cuando llegué el momento.
 
¿Y cuando será eso?
 
Cuando aprendas que el amor es lo más importante en esta vida.
 

 

10 comentarios:

  1. A veces nos toma toda una vida "ver" y aprender el maravilloso poder del amor.

    Saludos hasta allá.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces solo se necesita un MOMENTO...

      Gracias Luna por tu visita

      Besos desde aquí

      Eliminar
  2. Un vestido así todas y todos deseamos vestirlo. Una historia preciosa, pero a eso ya nos tienes acostumbrados.
    Feliz Navidad, David.
    Un beso.
    (me alegra que poder saludarte)

    ResponderEliminar
  3. Que bonito sería que todos vistiésemos así...

    Felices Días San

    Besos con sabor a Navidad

    ResponderEliminar
  4. Precioso...

    Creo que no hay creación más maravillosa, ni que merezca más esfuerzo...

    Y pronto verá su vestido, y su vestido la hará feliz, y más humana. Sus ojos, cuando lo lleve puesto, podrán descubrir toda la belleza que a otros queda oculta.

    Muchos besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así lo espero, así lo creo y así lo deseo...

      Besos misteriosos

      Eliminar
  5. :)
    Creo David, que todo llega en su momento, cuando se aprende a ver con los ojos del alma es que todo cambia y se valora lo que realmente es importante.

    Es precioso tu relato, te deseo que pases unas felices fiestas, principalmente salud, que con eso y un alma cálida todo lo demás llega, no solo en estas fechas, que sea perdurable.

    Un beso David y gracias por tu visita a mi espacio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Ver con los ojos del alma todo lo cambia"... Qué Bello Ame

      Tu blog es un Precioso lugar donde perderse y aprender

      Besos desnudos

      Eliminar
  6. Que hermoso sería vestirnos con tanto amor !!
    Un relato precioiso que emociona. Besos David

    ResponderEliminar
  7. Gracias Hanna...

    ... A veces el Amor te desnuda, a veces te viste...

    Besos llenos de emoción

    ResponderEliminar